viernes, 1 de octubre de 2010
Luces y vacios.
El tiempo que me eleva me cercena,
La tempestad que me arrecia, me diluye,
El fuego que me quema, me ilumina
y la luz que me enciende, me empaña.
Y en constante ondulación planeo,
surcando caminos de nubes y soles,
empapada el alma de lluvia salada,
puesta la vista en un sueño sonoro.
Abierto el corazón que acostumbrado está,
a caer en serpenteante derrumbes,
transita trémulo y sigiloso,
Pretendiendo guardar en sus tenues latidos,
la exigüa fortaleza que aún conserva ,
desconociendo que pervivir es su naturaleza.
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