miércoles, 11 de febrero de 2015

Fragmentos de un sueño .

Ya no me acuerdo de casi nada. Fue tan extenso en esa ilusión de que la noche es una jornada, tan vívido, y sin embargo ,el discurrir de las horas diurnas van lavando las hilachas de los sueños y los convierten en harapos descoloridos de lo que fueron.
Esas carreras que dejan sin aliento , las caídas y los abismos, los rostros, las voces, todo un universo codificado en perfecto orden, que a partir del momento en que abrimos los ojos, intentamos organizar y darle un sentido...para qué? Si justamente su sentido no es racional, si nuestro inconsciente busca la complicidad de las sombras para burlar a la razón que todo lo enmarca y etiqueta.
Por ese triste motivo, lo he olvidado casi todo. Se que había niños, y adultos, hombres y mujeres y también animales. Estaban mis perros.. Y entre ellos, Dana.
Se que en claro simbolismo, unos a veces eran los otros. Pero la trama ha perdido el orden y se ha desorganizado. Sin embargo las ultimas imágenes, las previas al momento de despertar, en torpes pinceladas se han quedado. Intento atraparlas en palabras con la misma crueldad con que una red terminará 
con las pocas horas de vida de una mariposa, pero es necesario. Se que volverá de algún otro modo, al fin y al cabo, no me es extraño, es mi yo hablando en el silencio. 
He estado acomodando recuerdos o placares, un sinónimo cuando se vive en paredes cargadas de historia.
Mi vida ha transcurrido casi en su totalidad en la misma morada , y junto a mi vida, la vida de los que más amo: Mis padres, mi hermano, mi infancia, mis tíos, mis primos,la adolescencia, mis hijos, la adultez, el amor haciéndose bebes en mi matriz, la infancia de mis niños, su crecimiento. Estas paredes fueron y son el escenario de tanta vida y de ausencias.
Ordenando bauleras y cajones, me han saludado cartas y juguetes, mantillas de misa y libros de teología,dos cuentos de mi padre escritos para mi madre en 1959, y retratos de principios del sigo pasado. A veces termino el día con la sensación de haber viajado en el tiempo. De hecho creo que lo hago. Difícil se me hace desprenderme de esta artillería de objetos que me retienen entre lo que fue, lo que ya no es y lo que sigue siendo transformado.
Mientras acomodo los estantes de madera, mi mente lucha por acomodar su propia estantería. Y en ese intento voy a apresar en esta red de palabras, lo poco que recuerdo de mi sueño: En medio de una larga sucesión de historias entramadas me detengo a mirar con atención mi entorno, como queriendo tomar el control en el caos y reconozco el living de mi casa,pero no el de hoy, sino el de ayer, y es ahí dónde comprendo que ellos no están en este espacio ni tiempo,se han "colado" en el presente, tiñendolo  de pasado. Miro mi metro cuadrado, y veo en el modular, al alcance de mi mano, que hay dos lámparas de bajo consumo.
Eso me da la certeza de que ese pequeño espacio que ocupo es "hoy". 
Tomo una de ellas a modo de varita mágica y como si pretendiera borrar las imágenes con una goma, blandí la misma frente a la figura de un desconocido en mi recuerdo actual, seguro que en el sueño no lo era, y sin pena lo voy borrado y veo como uno a uno, cada personaje se desdibuja con la simple acción de una bombilla (luz en la sombra).
Ya se han ido, todos, menos uno. Camino por el pasillo hasta el baño.
No hay dudas que es mi casa. Lo veo de espaldas, gira, me mira, estoy segura que no es actual: esta joven, casi infantil,expresión relajada ( hoy a la luz racional,se que unas fotografías compartidas por mi prima, aportaron colores al cuadro que pinté) viste con una chomba celeste y un tono general de retrato antiguo. Se que es ayer, se que es proyectado, pero necesito asegurarme que realmente no sea el ahora y le pregunto por el seminario, no se asombra, me habla con naturalidad y me responde que todo está bien. Ya estoy casi segura y voy a liberarlo del encanto con la bombilla que me despabilará de mi sueño pero me detengo, necesitando un minuto, una oportunidad que no tuve, y le digo:
-Sabes que te quiero, que te quiero mucho. 
Y luego si, permito que se desdibuje y mi hermano, una vez más se marcha. 
Formas que tiene nuestra mente de intentar sanar las heridas de las despedidas tempranas.
No está bien atrapar a los sueños en redes de mariposa, pero en este caso, sentí que podía hacer una excepción. 
Si el día no fuera tan lapidario con la noche, el relato hubiera merecido ser un cuento, pero un cúmulo de acciones rutinarias y la pesada resolana diurna, han hecho de el, lo mismo que yo, con mi bombilla mágica,regresando cada imagen al mundo onírico, dónde seguramente me esperan. Sera cuestión de conciliar el sueño y esperar nuevos y cotidianos milagros.